Noche estrellada

Renesmee se acababa de dormir en el piso de abajo,así que la dejé con Rose durante un rato,siguiendo el olor de Edward que me llevó a lo alto de la casa.Allí estaba,tan perfecto,sentado al borde del tejado bajo el hermoso cielo nocturno...
Me senté a su lado sin mediar palabra,apoyando mi mejilla contra su brazo.Ahora que era una vampiresa como él,su tacto era tan cálido...
-La niña se durmió,al fin.-dije al cabo de unos minutos,con los ojos cerrados.

-Es revoltosa desde que nació...salió a su padre.-bromeé con una sonrisa que mostró mis blancos dientes,algo afilados,mientras le observaba de perfil.El pensar que tenía a esa criatura perfecta para mi el resto de mi existencia...solo esa idea me hacía feliz.
Y Renesmee era la viva imagen de su padre;me alegraba que se pareciera más a él que a mi,ya que con solo mirarla veía a Edward.Excepto en sus ojos color chocolate,mi último recuerdo de cuando era humana.

Hice una mueca mientras rodaba los ojos,soltando una leve risa.
-No lo hacía a posta:recuerda que era un imán para cualquier cosa peligrosa a menos de un radio de diez kilómetros.-le recordé sus palabras exactas,intentando recordar esos momentos peligrosos...pero estaban borrosos,como si hubiera un velo que se interpusiera entre ellos y mi visión.Los recuerdos humanos nunca eran nítidos para un vampiro porque habían sido vistos por unos ojos mucho peores que los que se tiene al ser inmortal.

-Si,esa pequeñaja será nuestro mayor reto.-susurré acurrucándome bajo sus brazos,frotando mi mejilla contra su pecho sin quitar la vista de su hermoso rostro.Nunca me acostumbraría a su total perfección;cuando era humana no creía que Edward pudiera ser más hermoso que antes,pero me equivocaba.Con mi vista perfecta podía ver a mi marido mejor que nunca,en todo su esplendor.Era la mujer más afortunada del universo...